Existen millones y millones de aves en nuestro país que viven toda su vida encerrados en una jaula, en muchos casos arrancados de su medio natural para meterlos en una cárcel de la que jamás van a volver a salir. Este es un tema verdaderamente grave, nos puede parecer que el pájaro es feliz porque canta, pero no es así.
En la vida silvestre, estos seres vivos nunca están solos, y si se separan, aún por un momento, llaman desesperadamente a sus compañeros de bandada. Orientados por la bandada, se acicalan las plumas mutuamente, vuelan juntos, juegan y comparten la tarea de incubación de huevos. Muchas especies de pájaros se aparean de por vida y comparten las tareas de cría.
Los pájaros alimentados a mano y los pájaros silvestres puestos en cautiverio, frecuentemente se vuelven neuróticos, se sacan plumas y automutilan, algunas veces al punto de causarse la muerte.
El estrés es una experiencia cotidiana para los pájaros en cautiverio porque su instinto les pide volar, comunicarse con otras aves de su especie, bañarse en la arena o en un charco, aparearse con quien ellos elijan, vivir libres. No existen pájaros para jaula, aunque nazcan en cautiverio mantienen todo su instinto, y sus necesidades vitales no cambian.
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