martes, 10 de febrero de 2015

Lana de oveja



Por miles de años, las ovejas se han cruzado para obtener la mayor cantidad de lana. Para ello, se busca obtener una oveja con la piel exageradamente arrugada. Cuantas más arrugas, más lana. Desgraciadamente, la búsqueda de mayores ganancias rara vez se corresponde con lo mejor para los intereses de las ovejas. En Australia, la excesiva cantidad de arrugas provoca mayor sudoración y mayor riesgo de contraer miasis (fly-strike, en inglés), infección a la piel causada por las larvas de una mosca que deposita sus huevos en las arrugas de la piel sudorosa de las ovejas.
Para combatir esta infección, los ganadores no gastan dinero en medicamentos: se mutila a la oveja con una técnica llamada "mulesing" (en la foto), que es un corte realizado, sin anestesia, en la zona que rodea al ano, para que las moscas depositen allí sus larvas y no se perjudique el resto de la lana. Esta práctica ha provocado el escándalo mundial, sin que todavía los granjeros de Australia, los principales exportadores de lana del mundo, pongan atajo a esta crueldad.
Según Animals Australia, se estima que 3 millones de ovejas mueren de miasis en Australia  Muchas más son afectadas por una versión menos agresiva de la infección.
Sin intervención humana, a las ovejas sólo les crecerí­a la lana lo suficiente para protegerse de las inclemencias del clima, pero el manejo de las características genéticas deseadas comercialmente han logrado que estos animales se hayan convertido en seres deformes, en máquinas de producir lana.
Esta antinatural sobrecarga de lana, que a menudo alcanza la mitad de su peso corporal, se convierte en un sufrimiento añadido en los meses de verano. A menudo mueren exhaustas por el calor. Paradójicamente, sólo en Australia mueren un millón de ovejas cada año por quedarse indefensas ante el frío tras ser esquiladas.

Falsos mitos

Mucha gente cree que trasquilar a las ovejas es bueno para ellas, pues de lo contrario tendrí­an demasiada lana. Pero, sin intervención humana, las ovejas producen la suficiente lana para protegerse de las temperaturas extremas, pues ésta les sirve para aislar tanto el frí­o como el calor. Las ovejas son trasquiladas cada primavera, justo antes de que se deshagan naturalmente de sus abrigos de lana. Para evitar que se pierda la lana, los granjeros han de trasquilar antes de que haga calor, y como consecuencia de esto muchas ovejas mueren de frí­o. A los granjeros se les paga por volumen, no por hora, lo que les obliga a trabajar rápido y sin atender al bienestar de las ovejas.
Cachemir y otros tipos de lana. El cachemir está hecho del pelo de cabras de Cachemira. Las que tienen el pelo “defectuoso” son matadas antes de los dos años de edad. La industria espera que los granjeros maten entre 50 y 80 por ciento de las cabras que no cumplen con los estándares requeridos.
Conejos de angora. Estos conejos son atados a una tabla mientras se les corta el pelo. Es inevitable que trozos de carne se vayan con el pelo. Los conejos de angora tienen las patas muy delicadas y el tenerlos en jaulas de alambre les causa úlceras y llagas. Los machos tienen 75 u 80 por ciento menos pelo que las hembras, y por eso muchos de los granjeros los matan al nacer.
Alpaca. El mercado de la lana de alpaca empezó en los años ochenta, cuando las llamas y alpacas sudamericanas fueron descubiertas por el negocio de las fibras. Hay subsidios para este comercio y los animales se subastan contí­nuamente. Actualmente hay algunos santuarios para estos animales, pues el número de individuos maltratados y explotados va en aumento.
Antílope tibetano. El antí­lope tibetano o chiru es una especie en peligro de extinción y su pelo se usa para hacer chales. El chiru no puede domesticarse y ha de matarse para obtener su lana. Desde 1975 es ilegal poseerlo o venderlo y por ello su venta en el mercado negro puede alcanzar los 15.000 euros. La población actual de estos animales es de 75.000 ejemplares. En abril del 2000 las autoridades de Gran Bretaña multaron a una compañí­a por comercio ilegal y posesión de 138 chales equivalentes a 1.000 pieles de antí­lopes. A pesar de la prohibición de comercializar el chiru en la India, el mercado negro en Londres, Nueva York y Los Angeles puede pagar hasta 17.000 euros por un chal. Mientras 20.000 chirus son matados cada año por su lana, la especie puede extinguirse para el 2011.

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